A pesar de que los juglares medievales tenían la particularidad de poseer otras destrezas artísticas casi circenses, era su capacidad de llevar historias lo que une a estos personajes del medioevo y los juglares vallenatos a tratar durante nuestro trabajo. los juglares vallenatos se remontan a 1840, año en el que comienza a narrarse la cotidianidad de la provincia teniendo de respaldo un acordeón; a través de unos hombres que tenían magia en los dedos, ritmo y compás en la voz y autenticidad en la composición. Hombres sinceros.
Las limitaciones geográficas de la zona no eran un impedimento para estos juglares que con su música no solo cautivaban sino que cumplían una labor muy importante y era ya no divulgar las composiciones de los reyes sino contar historias y noticias de la cotidianidad de otros pueblos de las cuales, de no haber existido estos hombres, no se abrían conocido en aquella época.
Otro de los factores que caracterizó la identidad juglaresca fue la actividad agrícola y pastoril. De ahí se derivó el canto de vaquería que se escuchó mucho antes de la llegada del acordeón. Estos cantos, dice Ciro Quiroz, “nacían al amanecer cuando se iniciaban las labores de ordeño o por la tarde cuando debían ser trasladados los terneros a sus bebederos”.
El ser vaquero era lo esencial, puesto que les daba para comer, por lo tanto, era una labor que ejercían conscientemente. Sin embargo, durante mucho tiempo fueron juglares sin saberlo. Ellos no hacían versos por obligación ni por encargo como los juglares de la edad media mencionados al principio, los hacían por la necesidad de expresarse. No decidieron ser juglares, ni pasaron horas estudiando el pentagrama, tampoco se dedicaron a recorrer el Magdalena Grande para acumular riquezas. No. Todo lo contrario. Los viajes y recorridos los hacían porque no eran “capaces” de quedarse en un mismo pueblo, con la misma mujer y con los mismos amigos. Filosofía que los llevó transitar la provincia entera, cantando y contando lo que vivían.
El ser vaquero era lo esencial, puesto que les daba para comer, por lo tanto, era una labor que ejercían conscientemente. Sin embargo, durante mucho tiempo fueron juglares sin saberlo. Ellos no hacían versos por obligación ni por encargo como los juglares de la edad media mencionados al principio, los hacían por la necesidad de expresarse. No decidieron ser juglares, ni pasaron horas estudiando el pentagrama, tampoco se dedicaron a recorrer el Magdalena Grande para acumular riquezas. No. Todo lo contrario. Los viajes y recorridos los hacían porque no eran “capaces” de quedarse en un mismo pueblo, con la misma mujer y con los mismos amigos. Filosofía que los llevó transitar la provincia entera, cantando y contando lo que vivían.
Eran mis 6 ó 7 años, cuando en Bucaramanga y de la mano de mi abuelito materno EDUARDO subíamos desde la 12 por la 33 rumbo a la plaza de mercado a comprar algunas cosas que le encargaba mi abuelita ALEJANDRINA.
ResponderEliminarEn la esquina sur oriental de la 15 con 33 el tumulto de personas no permitía el paso, la guitarra y la dulzaina sonaban y entraba una voz de embrujo que cantaba contando historias, mi abuelo me permitía colarme aprovechando mi escasa talla y ahí estaba sentado en una butaca un señor que me causó gran impresión y susto por la forma como gesticulaba y movía sus ojos, mi abuelito al notar mi reacción me haló hacia afuera del entramado de piernas.
Le pregunté por qué ese señor miraba así y tenía los ojos blancos, él me explicó que era la ceguera y me puse muy triste.
Pasos arriba mi abuelito me compró una dulzaina y al regreso el señor que rasgaba la guitarra y endulzaba la mañana descansaba y guardaba las monedas que las personas depositaban en un recipiente plástico de color azul.
Siempre había otra persona que lo acompañaba y se aprovechaba y le quitaba algunas monedas.
Mi abuelo me dio una moneda y la puse en su mano, y le dije que mi abuelo me compró la dulzaina, la tomó y tocó un aire que luego supe era de paseo cuando me adentré, de mayor, en el conocimiento del folclor vallenato.
Me la devolvió y me dijo “lávela con agua y no se la preste a nadie, esa dulzaina ya está curada”.
“Cómo te llamas cachaquito?”- Hernando le respondí. –“No te olvides de mí y no dejes de llegar a saludarme cuando me veas ya que yo no puedo verte, vuelvo en un par de meses,mi gracia es LEANDRO DIAZ y siempre le cantaré a la vida y al amor”.
El nudo en mi garganta y la presión en el pecho en esta hora aciaga para mis sentires, pero de Gloria en el Paraíso por su llegada me generan toda suerte de emotividades.
Luego vino su prosperidad y afiancé mi simpatía por él, ALEJO DURÁN, TOBIAS ENRIQUE PUMAREJO, ALFREDO GUTIERREZ, LUIS ENRIQUE MARTINEZ, LORENZO MORALES, EL VIEJO MILE,NICOLÁS ELIAS “COLACHO” MENDOZA,OCTAVIO DAZA, SANTANDER DURÁN ESCALONA, ABEL ANTONIO, LANDERO, el también cazador y tirador RAFAEL ESCALONA,ROSENDO ROMERO y el periodista JOSÉ ALFREDO “EL CHICHE” MAESTRE, todos GRANDES COMPOSITORES.
No por reseñarlos a ellos excluyo a tantos y tantos talentos que han hecho de la poesía, las cuerdas y el acordeón un símbolo de nuestra raza, el vallenato clásico.
Lamentablemente el folclore vallenato ha caído en desgracia por la mutación en el despreciable “lloronato”, una suerte de gritos y polvos mal echados que FRANCISCO EL HOMBRE censura desde la GLORIA porque se la ganó.
Leandro en este link cuenta algo de su autobiografía
http://www.youtube.com/watch?v=ekiJMbdKaro
deberían colocar fotografías para mejor informacion
ResponderEliminardeberían colocar fotografías para mejor informacion
ResponderEliminarBuen blog! Gracias!
ResponderEliminar